Carla reconoce que el servicio de transporte que ella ofrece a sus clientes es tan solo la punta del iceberg de un abanico más amplio de necesidades desatendidas en el condado de Rio Arriba. Este territorio representa uno de los condados más grandes del Estado de Nuevo México y uno de los que menos cobertura a servicios públicos ofrece. Durante sus tres años de trabajo como Navegadora Familiar, Carla nos comparte algunas de sus reflexiones sirviendo a las familias clientas del Programa Santurario del Corazón que habitan en este territorio históricamente desatendido, y nos habla de sus estrategias encaminadas en su trabajo de divulgación navegando esta realidad.
"Algunos de mis clientes sólo pueden pagar el alquiler en la "peor" parte de la ciudad”, Carla mencionar para enfatizar que el acceso a vivienda alcanzable en muchos casos restringe automáticamente a sus clientes del acceso a otros servicios igual de necesarios. De ahí que la búsqueda de servicios sociales y de salud, representa gran parte de su trabajo diario como navegadora familiar, pues además de las restricciones territoriales, las limitaciones de tipo migratorio también disminuyen las oportunidades de las familias de Santuario a acceder a servicios, calificándolos en muchos casos como no “elegibles” o limitando su cobertura, como bien menciona Carla en su testimonio trabajando con clientas embarazadas: “Algunas de mis clientas no tienen acceso al servicio de salud o es limitado. ¡Todo lo que cubre son las visitas mensuales al doctor, eso es todo! No cubre el alumbramiento”.
Bajo estas condiciones, el trabajo de divulgación de Carla promueve un modelo estratégico navegando el territorio de Rio Arriba. Además de promover el Programa como un recurso local de servicio social, su otro objetivo de alcance consiste en crear vínculos de colaboración comunitaria: “Trabajo con iglesias públicas, colegios, tiendas de segunda mano, comisarías, restaurantes. Conecto a nuestros clientes con agencias que ayudan con asistencia para pago de servicios básicos, renta, asistencia de comida, pañales”. Establecer una relación de largo plazo con agencias y negocios pequeños que están dentro del mismo territorio y que empaticen con la misión del Programa guían el trabajo de Carla. “Aunque siento que estos servicios pudieran ser llevados cerca de donde no es difícil para los clientes tener acceso. “Cuantos más clientes sean remitidos al programa Santuario, más servicios de navegación seremos capaces de proporcionar, así como el acceso a otras agencias para poder proporcionar servicios continuos”.
“El año pasado, pude conseguí tarjetas de comida para el día de Acción de Gracias de una iglesia local, esta es la misma iglesia que en agosto pasado, cuando la escuela empezó, ellos también donaron mochilas, entonces esta es una buena colaboración comunitaria con la que tengo buena conexión”. Esta colaboración comunitaria representa para Carla una manera efectiva para nutrir los lazos locales y combatir la mentalidad que refuerza las restricciones sociales, que a su modo de ver: “La gente sigue teniendo una mentalidad muy cerrada a la hora de aceptar personas indocumentadas, asumiendo que vienen sólo para ser una molestia pública. Creo que gran parte de esa mentalidad viene de muy atrás y eso me lleva a preguntarme si ese tipo de mentalidad es la que está impidiendo la disponibilidad de recursos y la capacidad de nuestra población para ser parte de la ciudad”.
Carla ve en el trabajo que hace cotidianamente una oportunidad “para abrir varias puertas a actitudes diversas positivas” que pudieran plantar nuevas mentalidades navegando la diversidad en el condado de Rio Arriba. “Me gustaría trabajar aquí el tiempo suficiente para poder ver que lo conseguimos como programa”, concluye Carla.